Atención: Contiene spoilers importantes del final de la 3ª temporada de True Blood. Si aún no la habéis visto, no sé a qué estáis esperando.
Tras este título se esconde la season finale de True Blood, que no ha dejado indiferente a nadie; a algunos para bien y a otros para mal. Sus críticos afirman que este capítulo ha estado falto de ritmo televisivo y que no quedan resueltas todas las tramas de la temporada (salvo quizá la principal acerca del Rey de Missisipi), cosa extraña, ya que True Blood siempre se ha caracterizado por rematar sus historias y plantear la siguiente, pero no de esta manera. Que conste que me encuentro dentro del grupo de satisfechos por este capítulo (alguno me llamará conformista; está en su derecho), pero es cierto que eso no es algo habitual. En el final de la primera temporada se reolvía el misterio de los asesinatos y se perfilaba a Maryann como nuevo misterio en Bon Temps, mientras que en la segunda, se resolvía la trama de Maryann y terminaba con el secuestro de Bill. En este tercera temporada, sabemos que Tara se marcha del pueblo (o esa es la intención), Sam dispara a su hermano en el bosque y por la espalda (presumiblemente), Lafayette puede haber descubierto que es algún tipo de brujo (el tema de los nominalismos en inglés lo dejo para otro día), Jason es el nuevo lider de una cominidad de rednecks, Sookie a roto con Bill y este se va a enfrentar a la Reina de Lousiana en un combate a muerte. Son muchos cabos sueltos, para una serie que estaba acostumbrada a dejarnos tan sólo uno, incluso si todos ellos resultan ser cliffhangers y nada más (el tiempo lo dirá). Personalmente me uno al grupo que afirma que las tramas están ya demasiado evolucionadas como para que los espectadores se conformen con lo que se hacía hasta ahora y necesitan más. Necesitamos más. La parte negativa es que toca esperar hasta Junio del año que viene para saber más. Lo haremos con paciencia y contando las horas.
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