viernes, 16 de julio de 2010

Nunca te acerces a un Hombre-lobo

Con esas fatídicas palabras advirtió Sam Merlotte a Sookie Stackhouse hace un par de años (de meses, diegéticamente hablando) que se mantuviera alejada de los werewolfs. Y, como era de esperar, Sookie no pudo seguir el consejo de Sam que se sentirá con complejo de Cassandra. Pero eso no es lo importante. Lo importante es que la tercera temporada de True Blood está siendo fiela a sus propios principios que la encumbraron en lo más alto de la televisión (si me preguntáis a mi, merecidamente). Es la mezcla justa de terror y realismo a partes iguales que necesita una serie de vampiros ambientada en un mundo más o menos realista. Obviamente estoy pasando de soslayo la interpretación de los actores, dado que me parece más que aceptable (no temáis, sigio siendo fan incondicional de Tara y su primo Lafayette), aunque debo ser al único seriéfilo planetario, al menos de habla hispana, al que le gusta la interpretación de Anna paquin en el papel de Sookie. Por lo demás la ganancia de peso en la trama de los demás personajes también ayuda a crear ese ambiente y esa atmósfera que son las señas de indentidad de True Blood. En definitiva, si os gustó la primera temporada, esta tercera temporada, no os decepcionará.

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