Pocas veces he hablado de House. Es una serie que me despierta sentimientos encontrados; por un lado la apariencia de realidad y por el otro la racionalidad extrema que impera en la serie. Ambos factores luchan en mi mente y el resultado suele ser que la serie me genere cierto hastío. ¡Ojo! no me malinterpretéis, no me parece mala, sólo digo que a veces se me hace un poco pesada. Es cómo tener un empacho. Pero últimamente, a base de las repeticiones ad nauseam de Cuatro, da un respiro al saltar de una temporada a otra y no tener que preocuparte por la trama ayuda a ver detalles que te perdiste la primera vez. Es de las pocas series norteamericanas que no sigo al ritmo USA (junto con CSI y Los Simpson). Y eso ayuda. Ayuda a ver cómo la racionalidad acaba imponiendose en un universo en el que House es el señor absoluto (a veces por encima de Dios). Y también ayuda a ver el curioso tratamiento de ciertos personajes que para el espectador son inexistentes y que en otras series marcarían infinidad de capítulos de flashbacks, e historias del pasado que sólo sirven apra rellenar tiempo del capítulo. En House hay una auténtica pléyade de esos fantasmas; las mujeres de Wilson y Taub, el marido muerto de Cameron, las prostitutas de House, los eventuales novios de la dra. Cuddy y la mayoría de las novias de Chase y Foreman. Y son personajes con cierto peso, dado que influyen en las decisiones de los personajes e incluso pueden cambiar la trama en determinados momentos, sólo por su "supuesta" mera existencia. El caso es que debo reconocer que esa habilidad de la serie es original y muy satisfactoria, como espectador. Bravo por ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario