jueves, 15 de octubre de 2009

La vena Moody


Cómo ya dije ayer ha comenzado la 3ª temporada de Californication y su comienzo no ha podido ser más refrescante. Lo digo sinceramente y sin un ápice de ironia. Durante la temporada anterior, la serie sufrió una pequeña metamorfosis para no tener que responder al espectador, con las dosis de sexo explícito con las que lo hizo en la primera temporada, y de esta metamorfosis ha surgido un bellísimo ejemplar, y eso que el periodo de "capullo" (a saber; la segunda temporada) no desmereció para nada, pero como digo, esta tercera temporada se me antoja espectacular. La trama se centra en el hecho de que la falta de ingresos del pervertido (en todo los sentidos de la palabra) escritor le obliga a aceptar un puesto de profesor en un campus universitario, que añadadido a sus, ya de por sí, múltiples obsesiones se convierte en una fantasía adolescente pero con un tratamiento de madurez que no es fácil de percibir a simple vista. No quiero seguir "tirando de la manta", pero lo cierto es que me he dado cuenta de que seguramente todos los hombres (si no son todos, al menos yo si) tenemos lo que podríamos denominar la vena Moody. Esto se define muy bien en el tercer capítulo de esta temporada dónde el inefable escrito se ve forzado a acudir a un cócktel en casa del decano, al que no desea ir, pero acude de todas maneras y al llegar allí suelta una retahila de comentarios inapropiados y, ciertamente subidos de tono, que le ayudan a rebajar esa sensación de violación al ser obligado a hacer algo que no quiere. De manera muy sutil se percibe cómo esa frustación se ha convertido, por un lado en literatura exacerbada y por el otro en un forma de descargo psicológico para su autor. Veremos a ver cómo evoluciona la temorada, pero el comienzo augura un buen futuro.

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